El carbón vegetal se obtiene mediante la carbonización de la cáscara de coco. Es el absorbente natural más poderoso, ya que tiene la capacidad de absorber ciertas sustancias como bacterias, toxinas y gases, siendo muy eficaz en caso de flatulencias y problemas digestivos. Por otra parte, el carbón ayuda contra el mal aliento, originado generalmente por una fermentación intestinal demasiado fuerte.
¿Qué es y cómo se usa?
El carbón activado es una sustancia de origen vegetal que tiene la propiedad de absorber químicos, gases, metales pesados, proteínas, desechos y toxinas, siendo un gran aliado para la desintoxicación.
El carbón activado puede utilizarse en cápsulas o en polvo en forma de cataplasmas terapéuticos. La dosis recomendada es de 1 cucharada de carbón activado en polvo en 1 vaso de agua, o 4 cápsulas a media mañana y a media tarde. Los cataplasmas tópicos deben ser indicados por un médico que trabaje con carbotecnia.
Usos del carbón activado:Primeros auxilios: Gracias a su gran poder de absorción el carbón activado es muy utilizado para emergencias en casos de ingesta de sustancias venenosas o en caso de sobredosis de drogas. El carbón absorberá lo tóxico del estómago e intestino del paciente hasta en 60 gramos de sustancia.
Desintoxicación: El carbón activado ayuda en procesos de desintoxicación. Se utiliza como uno de los ingredientes en terapias de limpieza de colon y en productos para desintoxicar.
Alivios estomacales: Para hinchazón, gases y diarrea la carbotecnia es muy útil, ya que alivia el estómago retirando el exceso de gas del tracto digestivo. Además de asistir la actividad intestinal.
Propiedades rejuvenecedoras: El carbón activado es también utilizado para contrarestar los efectos del paso del tiempo en el cuerpo, ya que asiste en los procesos de hígado, riñones y glándulas suprarrenales evitando el excesivo envejecimiento celular.
Reducción del colesterol: El carbón activado reduce los niveles de colesterol, lípidos y triglicéridos en sangre.
Combate virus y bacterias: La carbotecnia tiene la habilidad de prevenir que los virus y bacterias que hayan ingresado al organismo se mantengan activos y se desparramen por el cuerpo.
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